“Reinventarse o morir”, sería el contundente mensaje a nivel global del Covid-19 en el sector automotriz, sobre todo en Perú que, al finalizar abril 2020, el retroceso en ventas fue más que alarmante al no haberse entregado un solo vehículo nuevo.
Esta vertiginosa caída nos ubica como el único país en el mundo sin ventas, en donde desde marzo al caer más de 80% era posible predecir qué tan contundente y destructiva sería esta pandemia no solo en suelo inca sino en todo el mundo, convirtiéndola además en otra de las grandes crisis por las que la industria del automóvil ha atravesado en toda su existencia.
Según las preliminares informaciones que recibíamos del comportamiento vendedor global en el cuarto mes del 2020, Marruecos, nos superó cayendo 86.4%, para a su vez ser rebasada por Francia que descendió 88.8%. Mientras que Bélgica, tal cual competencia deportiva igualaba con Argentina, al reducirse las ventas de ambos países en 90.1%.
En España, las entregas disminuyeron 96.6%, el Reino Unido se desplomó 97.2%, Italia al afectarse 97.5%, superó en contracción vendedora a todo el mundo con excepción de Perú. En América, Brasil después de Perú y Argentina, descendió 76.8%, seguido por EE.UU. con 53%, México, soportó estoicamente retrocediendo sólo 25.5%, no tanto como Turquía en Europa Oriental que bajó 14.6%. Eslovaquia, Nueva Zelanda, Austria cayeron -45.6%/-53.7%/-64.8% respectivamente.
Estos alarmantes resultados desde mi óptica llevan a que todas las marcas replanteen su mirada futura, dado que para el 2030 la previsión es que desaparezcan los salones de exhibición para que las compras se realicen desde un ordenador fijo, portátil, un smartphone o cualquier otro aparato de comunicación que permita a pedido configurar tal o cual vehículo según las preferencias de cada usuario, proceso transformador que se masificará globalmente.
El otro cambio que se gestará masivamente es el que viene de la mano de consumidores mucho más exigentes y menos dispuestos a soportar maltratos de importadores, representantes y “dealers” que entregan caros, malos o pésimos servicios, salvo indiscutibles excepciones.
Evolución que involucrará el no tener que comprar vehículos, para solo alquilarlos y pagar por mantenimientos de rutina cuando correspondan, obteniendo así; el mejor valor por lo que se paga sin afectarse por recibir un bajo, pésimo y hasta nulo valor residual al vender y, por lo tanto; no supeditarse al comportamiento del posicionamiento logrado por cada marca.
En un escenario de consumidores conformado por más de 2,000 millones de jóvenes amantes del internet nacidos entre 1981/1996 o hasta el 2000, denominados millenials, milénicos o generación “Y”, que desde el 2019 superaron en EE.UU. a los más de 76 millones que nacieron entre 1941/1944 hasta 1960/1964 y que dieron vida a los “Baby Boomers”, nombre que adquirimos a raíz de la explosión demográfica de aquella época.
Si a estos dos grupos de consumidores le sumamos los más de 2400 millones provenientes de la generación “Z” nacidos entre años muy diferentes según el país analizado, para unos desde 1991 al 2000 y para otros desde 1993/1997/2000/ 2001 en adelante, con un perfil orientado hacia las redes sociales y, si además añadimos el grupo de la generación “X” asociados a un estilo de vida altamente consumista, tenemos un marco de consumidores con hábitos de consumo totalmente diferentes.
Lamentablemente, para todo el sector automotor, inclusive para otras industrias y servicios aunque exista una gran cantidad de compradores que decidirá en función a precios, calidad, por la influencia de sus grupos sociales, familiares o por cualquier otra razón; el contexto consumidor ya varió por completo al aparecer el Covid-19, debido a que un último estudio de marzo 2020, la pérdida de trabajo y los recortes salariales habrían afectado al 40% de millenials, 36% de “Z”, y 25% de baby Boomers.
Razones más que suficientes para que toda la industria automotriz decida “reinventarse o morir”
¿Ustedes que opinan?
Los espero en un siguiente post
Juan Távara Balladares
¡Autoridad en usados!