Al concluir el 2019, Nissan Perú envió a Suzuki al sexto lugar para subir al quinto peldaño del ránking en el competitivo “grupo de las 10” del que forma parte en el mercado de vehículos livianos peruano.
¿Será acaso que este ascenso de la integrante del grupo Franco-Japonés, formado además por Renault y Mitsubishi, representará un proceso de recuperación luego que finalizado el 2017, General Motors, con Chevrolet Perú la hiciera retroceder dos escalones, enviándola del cuarto a la sexta ubicación en el top ten automotriz?
Chevrolet Perú posicionada desde fines del 2017 en el lugar dejado por Nissan con 995 vehículos de diferencia y 8,568 carros entregados en todo el 2019, frente a su par japonesa, en dos años habría asegurado su posición desmarcándose de su contrincante que solo sumó 7,573 vehículos matriculados entre enero y diciembre del periodo mencionado.
La pérdida de ventas y participación de mercado sufrida por Nissan Perú habría sido determinante para que en enero del 2018, su central regional mexicana para América Latina y El Caribe creada luego de un proceso de recomposición global, tomara el control de la marca y sus productos, y pese a 50 años de haber delegado la representación e importación a un grupo peruano decidió desligarse de este, tanto para la venta de vehículos Nissan y Renault como para el área de repuestos y la post- venta, grupo importador que ahora sólo es Dealer de la marca nipona.
La decisión de Nissan al separarse del representante nacional habría resultado más que acertada pues evitó que esta siguiera cayendo en el top ten, perdiendo participación de mercado, y generando un efecto negativo en la percepción de los consumidores peruanos, quienes ávidos de comprar trasladaban sus preferencias hacia otras marcas automotrices.
Bastaron solo dos años para que Nissan despertara de su letargo al que había sido sometida para ubicarse el 2019 delante de Suzuki al vender 851 vehículos más que el fabricante de Grand Nómade y otros modelos de buen performance.
En este proceso de cambios llevados a cabo por Nissan, llama la atención que con apenas 23 socios comerciales, se haya impuesto a su rival Suzuki que cuenta con 38 puntos para la comercialización de vehículos y repuestos y para atender servicios post-venta a nivel nacional.
Respecto al portafolio de productos de ambas compañías, Suzuki tendría una mejor composición para llegar al mercado con diferentes precios y modelos compactos pequeños con aceptables configuraciones en seguridad, cilindradas desde 800, 1000, 1200, 1400, como el Alto, Celerio, Swift, Baleno, Ignis, entre otros, mientras que en los vehículos Nissan Sentra, Versa, March, las motorizaciones son 1600 cc. y las camionetas grandes como Pathfinder y Patrol configuran motores 3,500 v6/5600 v8, respectivamente.
Dentro de un entorno competitivo sin cambios, la mayor penetración de Suzuki reflejada en una mejor infraestructura para atención y servicios, la variedad de productos bien configurados en seguridad activa y pasiva y los precios diferenciados para diferentes segmentos de consumidores habrían sido consideradas las fortalezas para mantenerse y seguir escalando posiciones en el privilegiado “grupo de las 10” mejores empresas automotrices peruanas.
Sin embargo, ¿por qué Nissan golpea a Suzuki y lo envía un escalón debajo de ella?
Desde mi particular punto de vista, Nissan habría usado las fortalezas de su contrincante para superarlo, transformando a la vez sus debilidades en fortalezas apoyado en que la tendencia del consumo lleva a sustituir la compra y uso de automóviles por Crossovers o SUVs pequeñas cuyo crecimiento sigue variando año tras año, como reportó la Asociación Automotriz del Perú donde al finalizar el 2019, se vendieron 3,388 SUV y todoterrenos más que los automóviles vendidos el 2018, un ascenso que va desde 45,998 hasta 49,386 vehículos inscritos entre el 2018 y el 2019.
Al seguir cayendo la venta de automóviles el 2019 en -7.1%, porcentaje que es casi lo mismo que crece el grupo de SUVs, Crossovers y camionetas todo terreno (+7.4%); bajan las preferencias de consumo desde 61,440 a 57,058, exactamente -4,382 autos menos entre el 2018 y el 2019.
Si estratégicamente Nissan evaluó esta condición de variación de uso en el consumo de un producto por otro, lo único que tuvo hacer era apostar por una buena y aceptable relación calidad-precio y hacer más alcanzable sus precios hacia el consumidor final para vender más SUV y todo terrenos y además; concentrarse e incluso personalizar la entrega de una mejor atención en la post-venta, constituido como el peor cuello de botella para su competidor, importador y representante a la vez de varias marcas que no podría concentrarse en sola una de ellas para lograr mayor efectividad comercial.
Como las estrategias en marketing son similares al ajedrez que lleva a mover una ficha sabiendo o esperando lo que hará su contrincante, Nissan habría realizado buenos movimientos tácticos para ajustar sus estrategias comerciales, sorprender y desbancar a Suzuki del quinto lugar.
Por todos estos puntos de vista personales, consideran ustedes que: ¿el avance de Nissan fue planeado o accidental?
Los espero en el siguiente post
Juan Távara Balladares
¡Autoridad en usados!