En Perú, compiten a la fecha más de 100 marcas provenientes de todo el mundo cada una de ellas optando por ocupar un sitio en la preferencia de los consumidores, usuarios y/o compradores. Las mejores ubicadas, pugnan por no dejarse arrebatar el posicionamiento logrado y las que ya subieron en su ubicación intentan destronar al que ocupa el lider o de las que se encuentran arriba de ellas buscando mejorar su posición actuando como seguidoras.
Si sumamos a este escenario, el ingreso hace buen tiempo de la industria bancaria y a nuevos integrantes dentro de ella, como financieras y grupos especializados para préstamos automotrices el mercado se torna cada vez más agresivo por la existencia de nuevos “jugadores” cuyo negocio es realizar más colocaciones de dinero en un sector que permite rápidamente gestionar préstamos en cantidades, dirigidos por el momento, en mayor magnitud al sector de nuevos. El abanico de opciones de quienes requieran migrar de carros usados hacia uno nuevo se hace menos complicado justamente por las facilidades mencionadas.Obviamente, siempre y cuando los interesados tengan la capacidad para acceder a este sistema crediticio pues quienes no lo tengan seguirán sufriendo el pagar altas tasas dado el riesgo que se genera al otorgarlo.
En esta dinámica, oferta y demanda tienen mucho que ver. A mayor oferta de carros usados, menores precios para estos. Si tomamos en cuenta que las preferencias y niveles de ingreso, cambiaron hace buen rato, todo el mundo segurirá buscando subirse al nuevo. Por lo tanto, quienes opten por vender sus unidades usadas para cambiarlas por nuevos se encontrarán en la misma condición de muchisimos más que también optan por vender.
El problema de este mercado que seguirá a la baja radica en que aún, los propietarios no se percatan de esta nueva condición y no aceptan que este sector cambió. Pretender recibir valores que no coinciden con la realidad determinada por la nueva configuracion del mercado automotriz de usados les llevará a no vender la unidad.
Por ejemplo si compraron en US$22 mil, esperan recibir $18 mil y desean aprovechar la reducción del precio del nuevo que ahora cuesta US$19 mil con lo cual les será imposible colocar su producto y deciden seguir usándolo para cuando nuevamente requieran vender se darán cuenta que el nuevo ya no cuesta $19 mil sino $17 mil, por diferencias circunstancias, ya sea por exceso de stock de la marca, porque la economía se ha “frenado” hablando en términos automotrices o sencillamente porque cambió el modelo y la marca desea eliminarlo de su stock.
Este efecto aún no es percatado por los ofertantes quienes todavía se muestran reacios a recibir valores de realización inmediata y continúan pretendiendo todavía valores de mercado incorrectos.