Una de las razones por la cual los vehículos eléctricos no se habrían masificado hasta el momento tendría que ver con las barreras a la entrada generadas en este mercado, que guardan estrecha relación con la estructura de costos industriales y que habrían impedido desarrollar economías de escala impactando a la vez en precios finales más altos convirtiéndose así en una fuerte variable restrictiva.
Otro impedimento que habría socavado la capacidad para acelerar el desarrollo de vehículos híbridos y 100% eléctricos tendría que ver con la oposición gubernamental global por el efecto que ocasionaría en las arcas fiscales al dejar de percibir en forma automática un impuesto al consumo proveniente del uso de los combustibles fósiles como las gasolinas y los diésel.
Este escenario al parecer cambiará dentro de poco en base a que las baterias como espacios para almacenar energía ha pasado desde aquellas con capacidad incipiente generadoras de autonomía energética de apenas 25 a 30 kms recorridos para ahora encontrar las que superan los 650 kms que los vehículos eléctricos pueden recorrer para viajar de un estado o de una región hacia otra sin dificultad alguna.
Como parte de este cambio es el que involucra mejores prestaciones en desarrollo de potencia y torque fundamentales para que los vehículos híbridos que combinan el uso de un motor convencional con otro eléctrico consuman menos gasolina que si sólo tuvieran el de ciclo otto, tradicional o de aspiración natural.
Sumado a este desempeño la industria hace unas dos décadas atrás inició el proceso de migración de motores grandes hacia más pequeños en la denominada técnica “Downsizing”, reemplazando las altas cilindradas y la cantidad de cilindros con turbos compresores para no perder potencia y más bien incrementarla en promedio en un 30% más, es asi que ahora vemos vehículos con menores cilindradas y cilindros “eficientes” en potencia.
Lamentablemente, ésta muy aplaudida eficiencia habría pasado a ser una tecnología de menor avance consecuencia de que al activarse cualquier turbo convencional tiene un retardo de acción denominado por los especialistas como “turbo-Lag”. Demora que se traduce en pérdida de eficacia dado que rompe el principio para el que se construyeron que buscaba lograr una curva mucho más constante del par o de la capacidad de respuesta de la potencia.
Efecto que vemos cuando al incrementar las rpm para conseguir un caballaje más equilibrado, este colisiona con el desempeño en combustible, que constatamos al ver que la aguja de la velocidad se mueve hacia la derecha, mientras que la otra que indica cantidad de combustible restante en el tanque se mueve hacia la izquierda haciéndonos saber que el carburante desciende, que lleva a que cada vez que usemos este tipo de vehículos turbo alimentados en un rango de alta velocidad tendremos que pensarlo dos veces para no tener que modificar el presupuesto asignado para movernos.
Frente a esta tecnología que devendrá en obsoleta, el nuevo turbo eléctrico al haber ingresado al mercado para su masificación global llevará a que los vehículos por fin hayan encontrado la fórmula para desarrollarse a plenitud, debido a que con este nuevo desarrollo, en test realizados a vehículos de alta ingeniería y comparados con turbos convencionales habrían entregado una mejor respuesta en velocidad, aceleración y torque consiguiendo a la vez un rango más estable del par siendo crucial para aumentar considerablemente la autonomía en consumo vehicular.
La otra variable de suma importancia que ingresará a jugar para variar la estructura de costos de la industria vehicular eléctrica es aquella que llevará a hacer más plana la comercialización en donde los concesionarios o los canales que forman parte de la distribución global tendrán que salir del circuito comercial para que las marcas lleven a cabo un proceso de marketing “one a one” en busca a la vez de personalizar la atención y encontrar la ansiada lealtad a la marca que he planteado mucho tiempo atrás.
El eliminar los canales y a la vez los centros de atención vía showrooms reducirán en forma cuantiosa los altísimos costos de distribución en los que incurre el sector automotriz, situación que ocurre también en todos los sectores que forman parte de la industria de productos masivos y hasta de nichos.
¿Ustedes que opinan?
Los espero en el siguiente post
Juan Távara Balladares
¡Autoridad en usados!